crítica / Shortbus

John Cameron Mitchell venía de partirnos la cabeza en 2001 con Hedwig and the Angry Inch, esa épica rocker sexópata sin concesiones. Bien, aquí el hombre continúa su línea de realizador de trinchera, pero con un trabajo coral, donde los personajes se entremezclan y revuelcan (literalmente) para goce propio y ajeno.

El film comienza con sexo explícito y continúa con una línea de comedia dramática freak que le sienta excelentemente bien. Sexo, dudas y rock and roll, cine al frente y con artillería pesada. Uno de los inevitables del Bafici 2007.
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Daniel Castelo